Helen y su maestra

Seguramente han escuchado o leído acerca de la vida de Helen Keller. Tal vez por el nombre no la recuerden, pero si les refresco la memoria un poco sabrán de quien les hablo.

Helen Keller nació el 27 de Junio de 1880 en una ciudad rural de Alabama, y debido a una fiebre muy alta quedó ciega y sorda cuando tenía apenas 19 meses de edad.
La sordera le trajo como consecuencia la incapacidad de hablar.

Le resultó muy traumático comunicarse cuando era niña, imaginen a una nena de cinco años queriendo hacerse entender y no poder lograrlo; su gran impotencia la convirtió en una pequeña salvaje que cuando no la comprendían, rompía y tiraba objetos contra las paredes.


Pero con el tiempo todo se revirtió.
Era una chica muy inteligente y con ayuda de una maestra, logró aprender el alfabeto manual, también aprendió a leer y a escribir con sistema braille y el método Tadoma que consiste en leer los labios de las personas tocándolos con los dedos y sintiendo el movimiento de las vibraciones, habilidad que poquísimas personas pueden desarrollar.
Hasta logró hablar, algo muy meritorio ya que no oía absolutamente nada.

Ingresó al Instituo Perkins para sordos en Boston y luego pasó a la Wright–Humason School para ciegos en New York.
Se graduó con título honorífico de la Radcliffe College en 1904, y en 1932 llegó a ser Vicepresidente del Royal Institute for the Blind en el Reino unido.


Llegó a ser una reconocida escritora, activista y oradora, dedicándose a viajar como conferencista a mas de 40 países del mundo y se codeó con prominentes personajes de la época, ya que su empeño y empuje para superar su discapacidad trascendió todas las fronteras.

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Ahora pasemos a la otra cara de la moneda.
Yo soy una convencida que así como detrás de un gran hombre hay una gran mujer, también detrás de alguien importante existe una gran persona que la secunda o asiste.

Poco se ha hablado de la persona que vivió tras bambalinas durante casi 50 años, gracias a quien Helen Keller pudo salir de su mundo de tinieblas y aprendió a relacionarse con el resto de las personas.
Esa persona era su maestra y se llamaba Anne Sullivan.


La gente y los medios recuerdan generalmente a su alumna dejando a la maestra de lado, sin embargo yo creo que la labor de Anne como profesora de Helen, era tanto o más difícil que el esfuerzo de la propia chica como estudiante.

Anne provenía de una familia muy humilde, había crecido en un orfanato y padecido ceguera de pequeña de la cual se curó gracias a dos operaciones.
Se graduó con título de honor en Boston, en el colegio para ciegos Perkins.

Era una mujer muy capaz e inteligente que con su paciencia, amor y comprensión le abrió las puertas del mundo a esa niña no vidente.

Cuando Anne conoció a Helen, ésta era una chiquilla salvaje y malcriada. Ella inmediatamente se dio cuenta que todo eso era debido a su frustración de querer comunicarse y no poder hacerse entender. Sabía que podía enseñarle a comunicarse, pero primero tuvo que controlarla.


Anne Sullivan exigió y recibió permiso del padre de Helen para aislar a la niña del resto de la familia, en una pequeña casa en su jardín. Su primera tarea era disciplinar a la niña mimada.

El siguiente paso fue enseñarle el alfabeto manual, donde cada letra es signada en la mano de la persona ciega de manera que pueda comprender su significado.
Como cada letra tiene un signo distinto, las palabras y las frases pueden ser deletreadas.
De ese modo logró explicarle hasta las palabras más abstractas, y Helen logró comprender que cada cosa que había en el mundo tenía su nombre propio.


El gran progreso de Helen ocurrió un día, cuando se dio cuenta de que los movimientos que su maestra estaba haciendo con sus palmas simbolizaban la idea de “agua” y casi hizo llorar de emoción a Sullivan, a quien siguió exigiendo que le enseñe nombres de otros objetos familiares en su mundo, incluyendo el de la muñeca con la que jugaba.

Y así le fue enseñando durante años con diferentes métodos de comunicación y lectura, como el Braille y el Tadoma, enriqueciendo de ese modo su vocabulario, contándole sobre todo lo que las rodeaba, despertando la mente y las ideas de la pequeña y poniéndola en contacto con el mundo.

El trabajo de Anne fue maravilloso y obtuvo frutos sorprendentes.
Para enseñarle a hablar, Annie apoyaba la mano de Helen en su garganta para que sintiera sus vibraciones mientras hablaba, y hacía que Helen intentara emitir sus mismas vibraciones. Así le enseñó a hablar a Helen, siendo esto algo excepcional considerando que la chica era sorda.


Para Sullivan todo parecía poco y siempre fue por más, nunca tuvo compasión ni pena por su alumna, al contrario, le exigió al máximo porque sabía de sus capacidades y se propuso explotarlas.

No quiero quitarle méritos a Helen, pero sin la ayuda de su maestra seguramente su vida hubiera sido otra.

Anne Sullivan falleció el 20 de Octubre de 1936 a los setenta años, en New York, con Helen a su lado. Moría su amiga y maestra tras 45 años de haber vivído juntas.
Si bien Helen tuvo luego otra intérprete que la acompañaba después de la muerte de Anne, jamás nunca nadie pudo ocupar su lugar.

Se que coincidirán conmigo en que el éxito no es gratuito. Que siempre detrás de las personas que triunfan, tras bastidores, hay alguien que fue artífice de su éxito.
Sea éste, un pequeño homenaje para todos esos héroes anónimos a los que nunca nadie recuerda.