viernes, noviembre 11, 2011

El muchacho que le robó los calzones a la Reina Victoria

Retrato de la Reina Victoria el día de su coronación, 1837

Ubiquémonos una fría mañana de 1838 en Inglaterra. La joven Reina Victoria de 19 años, desde hacía unos pocos meses era la monarca del Imperio Británico, y como soberana, casi nunca salía del Palacio de Buckingham en Londres. Bueno, ahora ubiquémonos en las afueras del palacio. A que no saben la que se ha armado adentro. Pues casi nada, hasta ahora.

El Palacio de Buckingham en 1837

Uno de los guardias de la reina se encuentra cumpliendo con sus habituales rutinas de vigilancia, y al entrar a la Salón del Trono, logra divisar una extraña figura de alguien que no debería estar allí a esas horas. El guardia da la orden de: ¡Alto! para que el intruso detenga, pero éste al escucharlo, sale en precipitada carrera. Empieza la persecución, y aunque el intruso se las ingenia para evadir al guardia, saltar por una ventana y escapar del palacio, finalmente es acorralado y capturado por la Policía en la vecina calle de St. James. En ese momento descubren que el bandido es un chico de catorce años de edad, y durante el repentino cacheo, la policía encuentra escondido bajo sus pantalones un par de calzones de la reina Victoria, que recordemos, no debían ser muy pequeños en aquella época.

Edward Jones era el hijo de un sastre de la zona de Westminster de Londres. Por sus primeras declaraciones se supo que esta no había sido su primera entrada al Palacio de Buckingham, sino que ya lo había hecho antes disfrazado de deshollinador (limpiador de chimeneas). Aquí vale aclarar que hasta inicios del siglo pasado, quienes limpiaban las chimeneas debido a su contextura y tamaño sólo podían ser niños, mientras más pequeños mejor, lo que obviamente creó un gran negocio basado en la explotación infantil, pero eso toparemos en otro tema.

Interrogatorio a Edward Jones

Luego de su captura y declaraciones, el muchacho fue llevado ante una Corte de menores el 14 de diciembre de 1838. El tribunal llamó a declarar a su empleador, quien dijo que muchas veces el muchacho le había comentado sus ganas de entrar a palacio. A pesar de que esta ocasión el chico había robado no sólo las bragas de la reina Victoria bragas, sino también un arma del palacio en una anterior oportunidad, el jurado lo absolvió debido a su edad.

Reina Victoria y su esposo el príncipe Alberto en 1840, justo en la época del acosador

Dos años más tarde, el 30 de noviembre de 1840, sólo nueve días después del nacimiento del primer hijo de la reina Victoria (la princesa Victoria), fue reportado por los guardias que lo vieron "escalando el muro del Palacio de Buckingham por el extremo occidental, en la calle Constitution Hill". En esta ocasión, logró trepar el muro pero al poco tiempo se retiró.
Pocas horas después, el 1 de diciembre volvió a entrar en el palacio pero esta vez fue sacado y capturado de debajo del sofá del vestidor de la reina Victoria, un poco más tarde de la medianoche. Esta vez en la comisaría declaró que entró por lo menos dos ocasiones anteriores donde también aprovechó para sentarse en el trono real.

Edward Jones entrando furtivamente al palacio

Este último incidente de 1840, ya tuvo mayor repercusión en la prensa e inmediatamente el ahora joven Jones alcanzó el estatus de celebridad y la gente lo empezó a llamar "El Joven Jones", que era el apodo que los periódicos le había dado. Esconderse en el vestidor de la reina ahora le costó al muchacho una sentencia de tres meses en una correccional. Fue recién ahí cuando intervino su padre y trató de apelar la sentencia alegando demencia de su hijo, pero el alegato fue rechazado por el tribunal.

Su condena la cumplió en la prisión de Tothill Fields, pero parece ser que ya entre rejas desarrolló una verdadera obsesión enfermiza por entrar al palacio. Al poco tiempo de cumplir su condena, el 15 de marzo de 1841, y luego de despistar a uno de los guardias armados, se las arregló para entrar en el palacio hasta la cocina y degustar algunos de los manjares disponibles antes de ser capturado nuevamente. Esta vez fue condenado a tres meses de trabajos forzados en otra correccional.

Correccional de Tothill Fields

La prensa ahora se lanzó sobre la seguridad de Palacio de Buckingham, pues prácticamente esto ya parecía hasta broma de mal gusto y veían con preocupación la seguridad de la reina Victoria. Al final dos centinelas fueron cambiados, y se aumentó a la nómina del palacio tres personas más para el equipo de seguridad.

Tal fue la fama y popularidad que alcanzó "El Joven Jones", que en cuanto salió de prisión, le ofrecían hasta cuatro libras por semana (alrededor de 300 libras actuales) para formar parte de un show en el Music Hall, pero él declinó la oferta.
Las autoridades de Palacio ya empezaron a tomarse en serio el asunto de "El Joven Jones" y del riesgo que representaba. Creyeron que sería una buena idea enviarlo lejos, a alguna lejana colonia de ultramar o reclutarlo como marino, y fue así que cuando fue descubierto merodeando nuevamente alrededor del Palacio de Buckingham, lo enviaron, sin juicio previo, al servicio de la Marina Real, donde al final le encontraron sitio en una de esas antiguas galeras donde tenía que pasar día y noche remando. Sin embargo "El Joven Jones" no era de los que se rendían fácilmente y un año más tarde logró saltar y escapar del barco en los muelles de Portsmouth, desde donde llegó caminando hasta Londres (120 km). Esta vez fue detenido antes de llegar al palacio y enviado de regreso a su galera.

Antiguas galeras de remos inglesas

Lo último que informó de él la prensa británica, fue sobre su rescate luego de haber saltado por la borda durante el estrecho entre Túnez y Argelia. Finalmente no quedó más remedio que enviarlo hacia la lejana e inhóspita Australia, donde de pronto y para beneplácito de todos parecía haber encontrado su lugar. Debido a su buena conducta hasta fue designado pregonero de la colonia Swan River, actualmente la ciudad australiana de Perth. Los pregoneros eran en esa época los principales medios de comunicación y noticias del pueblo, ya que la mayor parte de la gran mayoría era analfabeta. Comunicaban proclamas reales, reglamentos locales, los días de feria y hasta eran contratados para hacer publicidad (quizás los inicios del marketing pagado).

Un pregonero del siglo XIX

Lastimosamente su brillante comienzo quedó solamente en eso y prefirió dedicarse a la mala vida, situación que lo enganchó al hampa australiana, en la que llegó a ser un reconocido ladrón. Para rematar, su afición a la bebida degeneró en un alcoholismo crónico que fue lo que lo llevó a la muerte, cuando cierto día ebrio cayó de cabeza de un puente y se rompió el cuello.
Así terminó la vida de quien fuera posiblemente el primer acosador, merodeador, el primer stalker de las celebridades, aunque me imagino que si Jones hubiese podido ver a su extraño objeto del deseo en su edad adulta, con toda seguridad se le quitaban las ganas de robarle los calzones.

Reina Victoria a finales del siglo XIX

Algunos biógrafos de Edward Jones aducen que su obsesión no era tanto con la reina Victoria, sino que veía al Palacio de Buckingham, como un agradable lugar de residencia.
Como última curiosidad, aquí vemos a dos encargadas de la colección Real del Palacio de Kengsinton, mostrando un par de calzones y una blusa de dormir de la Reina Victoria


Supongo que a sus 19 años, las bragas de la Reina Victoria eran más pequeñas, porque debe ser un poco complicado robar y esconder dos de estas.

Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6

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1 comentarios:

Colotordoc dijo...

Una neurosis en toda regla la de Mister Jones...

Creo que forma parte de la "realeza" australiana, aunque no se si se refiere al mismo Jones. Digo "realeza" porque los descendientes de los primeros ladrones y hampones de los primeros años de Australia son considerados una especie de nobles.

Saludos

 
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