Día: 28 de marzo de 1757
Lugar: Plaza de Grève, París
Un fanático religioso llamado Robert Damiens iba a ser torturado y ejecutado por su intento de asesinar a Luis XV. En ese tiempo las ejecuciones tenían la intención de sacar al pueblo a las calles, era un espectáculo, todo un acontecimiento. Esta vez había mucha más razón pues el condenado había atentado contra el rey, por lo que se consideraba un deber patriótico presenciar su tortura.
Mientras el pueblo y la clase baja abarrotaban la plaza para disfrutar de la ejecución, los aristócratas alquilaban con tiempo las habitaciones y balcones circundantes debido a su vista privilegiada. Estos balcones sin duda son el ancestro de las modernas suites de los estadios. En ellos los nobles podían disfrutar del "espectáculo" mientras se tomaban unas copas y charlaban.
Ese mismo día y hora, en uno de esos balcones se encontraba el aspirante a aristócrata Giacomo Casanova, que había decidido dar una pequeña fiesta durante el espectáculo (ejecución) para impresionar a su adinerada novia y a su familia. Era la época de esplendor y derroche de la aristocracia francesa, la de Casanova y sus amistades peligrosas, toda una generación previa a la Revolución Francesa.
Giacomo Casanova de 42 años de edad, invitó a su novia de 17 años y a su tutora, una de aquellas respetables damas solteronas y ricachonas. Esta era una señora gorda de rostro agrio, de unos bien entrados 60 años y para colmo una ferviente devota católica. También estaban como invitados una prostituta amiga suya a quien hizo pasar como la "sobrina del papa" y un joven italiano de apellido Tiretta que sólo vivía de sus encantos y no hablaba ni un ápice de francés. Imaginen al grupo; imagínenlos con sus ropas elegantes, con los encajes de seda, los trajes de lino y sus joyas.
Las tres mujeres estaban en la primera fila, asomadas en el único balcón, inclinadas hacia delante, apoyando los codos sobre la baranda para que los dos hombres que estaban detrás, pudieran ver el espectáculo por encima de sus hombros.
Según las memorias de Casanova, el evento duró alrededor de cuatro horas durante el cual muy poco se podía charlar debido a los estridentes gritos de la multitud.
Empezó la tortura. Damiens fue encadenado sobre una mesa de madera y su mano derecha fue poco a poco quemada hasta los huesos con azufre y fuego. Los verdugos le iban arrancando trozos de piel con tenazas al rojo vivo. Sus cuatro extremidades estaban fuertemente amarradas a largas correas que fueron atadas a briosos caballos. Los caballos fueron azotados durante una hora, pero Damiens era un hombre tan musculoso y fuerte que los animales no podían avanzar tirando de sus miembros. El pobre condenado sólo gritaba agonizante.
Empezó la tortura. Damiens fue encadenado sobre una mesa de madera y su mano derecha fue poco a poco quemada hasta los huesos con azufre y fuego. Los verdugos le iban arrancando trozos de piel con tenazas al rojo vivo. Sus cuatro extremidades estaban fuertemente amarradas a largas correas que fueron atadas a briosos caballos. Los caballos fueron azotados durante una hora, pero Damiens era un hombre tan musculoso y fuerte que los animales no podían avanzar tirando de sus miembros. El pobre condenado sólo gritaba agonizante.
Casanova continúa contando que las mujeres estaban tan embelesadas con el espectáculo, que ni una sola vez volvieron la cabeza, pero dice que luego de un tiempo él mismo no soportó ver tanto castigo y cuando regresó su mirada, notó que su amigo el italiano, tenía levantado el vestido de la devota tutora delante de él. Casanova estaba maravillado por la audacia y apetito de su amigo, y más tarde lo estuvo por su resistencia.
Dado que las mujeres en esa época no llevaban ropa interior entre las piernas sino sólo un puñado de enaguas, un avance íntimo era bastante factible. Durante las siguientes dos horas, Casanova percibió el leve movimiento sexual de su amigo mientras analizaba el rostro de la respetable señora devota, su rictus parecía congelado con los labios fruncidos y los dientes apretados. Aún con su vasta experiencia le era difícil distinguir si era rabia, placer, miedo o dolor. Casanova estaba confundido pero enseguida lo dedujo: esta respetable dama no quería que la "sobrina del papa" o que la joven a quien cuidaba se enteraran de lo que estaba sucediendo en ese instante, es decir, que estaba siendo violada muy cortésmente.
Los verdugos aumentaron al suplicio dos caballos más de carruaje, pero las extremidades de Damiens todavía no se arrancaban. Mientras aquel pobre diablo era descuartizado, el italiano Tiretta seguía balanceándose discretamente atrás de la respetable dama.
Casanova empezó a darse cuenta de lo que había sucedido, es decir, que su amigo la había poseído sin su consentimiento pero, lo que es peor, por una entrada trasera no convencional y más dolorosa. Al final pudo llegar a un acuerdo con la señora. Llevaría al joven italiano a la casa de la dama y se lo entregaría a ella para que cobre su venganza como estime conveniente. Sólo impuso una condición:
Ese día más tarde, Casanova se reunió Tiretta y después de las bromas de rigor, le explicó en qué consistiría su castigo. Tiretta trató de defenderse: "Yo no digo que ella esté mintiendo, pero en la posición en que me hallaba, era imposible para mí saber por dónde me estaba moviendo", replicó.
Luego de la ejecución y durante un pequeño brindis, a Tiretta se lo veía increíblemente alegre y sereno, mientras que la tutora lucía furiosa. Luego ésta tomó a su protegida y se despidió de todos menos del italiano (a quien hizo un evidente desplante). Esa misma noche durante la cena, Casanova le preguntó a Tiretta que había sucedido, a lo que el italiano contestó que "el acto sexual se había consumado cuatro veces". (Durante su breve estancia en París, Tiretta ya se había ganado el apodo de "Monsieur seis veces" por una parisina que había tenido el gusto de conocerlo íntimamente).
Al día siguiente, Casanova fue convocado a la casa de la tutora, quien pidiendo disculpas por su enfado nada cristiano, le dijo que aquel repudiable acto, sumamente bajo y traicionero de su amigo, ameritaba un severo castigo. Casanova estaba en una situación incómoda porque de aquella dama mayor dependía la relación con su joven amada, pero por otro lado, el italiano Tiretta esa su buen amigo. Rápidamente Casanova ofreció a la dama hacer que su amigo (vividor sin dinero) se case con ella para que pueda así resarcir su agravio. Ella se negó rotundamente. Entonces el astuto Casanova señaló a la ofendida señora que "su belleza tenía gran parte de la culpa", y ofreció enviarle al italiano para que se disculpe con ella. Fue entonces cuando la atribulada mujer rompió en llanto y le dijo a Casanova que “ese” no era el punto.
"Usted está pensando que fue un pequeño delito, que con esfuerzo, uno podría razonablemente encontrar una enmienda adecuada, pero lo que el animal de su amigo hizo conmigo es una infamia, la cual no deja de martillar mi mente y ya me está volviendo loca!"
Casanova empezó a darse cuenta de lo que había sucedido, es decir, que su amigo la había poseído sin su consentimiento pero, lo que es peor, por una entrada trasera no convencional y más dolorosa. Al final pudo llegar a un acuerdo con la señora. Llevaría al joven italiano a la casa de la dama y se lo entregaría a ella para que cobre su venganza como estime conveniente. Sólo impuso una condición:
“Mi señora, usted podrá castigarlo de cualquier manera, pero sin llegar al cruel asesinato, y yo permaneceré escondido en otra habitación de su casa para garantizar el pacto y actuar como mediador en caso de necesidad.”
Ese día más tarde, Casanova se reunió Tiretta y después de las bromas de rigor, le explicó en qué consistiría su castigo. Tiretta trató de defenderse: "Yo no digo que ella esté mintiendo, pero en la posición en que me hallaba, era imposible para mí saber por dónde me estaba moviendo", replicó.
Bueno, para no alargarles más el asunto, Tiretta fue llevado donde aquella mujer y pasó una noche de "penitencias" con ella en su habitación. Al día siguiente la tutora anunció que estaba poniendo bajo su custodia al italiano en su casa de campo, con un generoso salario anual y un subsidio para que renueve su vestuario. "Si usted supiera lo mucho que me ama" le comentó la entusiasmada mujer a Casanova, quien por cierto había pasado atareado la noche anterior, ocupándose de la virginidad de la hermosa joven que estaba bajo el cuidado de la señora.
La Plaza de Gréve, donde Robert Damiens fue torturado y ejecutado, se convirtió cuatro décadas más tarde en el principal sitio de ejecuciones de la Revolución Francesa. Allí, en una especie de justicia poética fue decapitado en la guillotina Luis XVI (nieto de Luis XV), pero esta vez, en las ventanas y balcones que tenían vista a la plaza, ya no se encontraban los aristócratas sino los comuneros y miembros de la asamblea parisína. ¿Habrá tenido alguno de ellos la misma audacia de Tiretta con alguna patriótica francesa?
P.D. Por si les gustó el tema y el personaje, aquí les dejo la colección "Las Memorias Completas" de Giacomo Casanova en sus seis tomos. Para quienes deseen leer esta anécdota escrita directamente por su protagonista, pueden encontrarla en el 1er capítulo del tercer libro (aquí el enlace directo). Son muchas historias interesantísimas, disfrútenlas.
Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6
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9 comentarios:
Jajaja! Me ha gustado mucho la historia. Gracias por contarla. Lo único que me resulta extraño es cómo es posible que el "Señor 6 veces", con la enorme experiencia y facultades que sin duda atesoraba, no fuese capaz de distinguir una entrada de la otra...
Un final feliz para el caballero italiano...;D
Ya habías hecho referencia a la ejecución de Damiens, que fue bastante sangrienta.
Así estaría la dama...viendo la ejecución...
Saludos
Interesante como siempre
Ese señor es una ejemplo para todos nosotros.
me gusta mucho estos tipos de relato y ademas de eso las imagenes que lo ilustran wooow :D! amo esta epoca :)
como se lo pasaban los cabrones xDD
pd:Salu2 desde Ofertas ADSL Vodafone.
Curioso relato
Un saludo
Vietnamitas en Madrid
La del italiano es buena
Según dicen los entendidos, las Memorias de Casanova constituyen, además de un magnífico estudio de costumbres de la época, la mejor autobiografia hasta la fecha.
Leí una versión resumida y me pareció cautivante, aunque por lo breve del volumen no recuerdo la inclusión de esta historia.
Giacomo, que mentirosillo eras!!! ja ja ja
No fien mucho en las historietas de este gallito, nacido en Sevilla, seguramente, y no en Italia, ja ja ja
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