viernes, junio 18, 2010

El loco del diccionario

A mediados del siglo XIX las élites británicas asumían que la lengua inglesa estaba llamada a ser el soporte principal de su Imperio, ya que para esa época había colonizado casi todas las regiones de la Tierra. También estaban conscientes del peligro de la degeneración del idioma en regiones tan vastas y remotas, por lo que necesitaban un exhaustivo inventario del inmenso caudal de sus palabras. Nació así el proyecto de crear el «Nuevo Diccionario», labor que les tomó más de setenta años y por el que pasaron dos generaciones de lexicógrafos.

Participaron del proyecto más de 800 colaboradores voluntarios en los diferentes países y colonias de habla inglesa que trabajaron durante años sin percibir un solo penique. Uno de los más prolíficos y geniales fue el doctor W.C. Minor que envió más de diez mil aportes lingüísticos al editor general James Murray en pequeñas hojas de papel, escritos con caligrafía muy prolija.

James Murray (derecha) editor del Diccionario

El vínculo entre el editor del diccionario -Murray- y el Dr. Minor sólo había sido a través de correspondencia y jamás se habían visto. El editor quería agradecer a tan prolífico colaborador y cierto día decidió hacerle una visita sorpresa. Tomó un tren hasta la aldea de Crowthorne desde donde le llegaban los aportes, pero se encontró con que la dirección del remitente pertenecía a un hospital psiquiátrico. Se dirigió a la oficina del director y se apuró a presentarse, cordialmente:

-Dr. Minor, es un honor para mí y un grato placer conocer en persona a quien ha sido mi más asiduo colaborador.
-Se lo agradezco, pero lamento decirle que yo soy el director de este Centro para Criminales. Minor está aquí, es uno de nuestros internos desde hace veinte años, el más antiguo de todos nuestros pacientes.

El editor no lo podía creer, era imposible que un loco confinado por asesinato haya sido el más grande colaborador del nuevo Gran Diccionario de la lengua inglesa. ¿Entonces, quién era realmente el Dr. W.C. Minor?

William Chester Minor había nacido en 1834 en Ceilán, en una familia de misioneros originaria de Nueva Inglaterra. Huérfano de madre a los tres años, creció en contacto con la población indígena y acompañó a los misioneros norteamericanos por el sudeste asiático hasta Singapur. Volvió a los Estados Unidos a la edad de 14 años para proseguir con sus estudios, y no se detuvo hasta doctorarse en medicina a los 29 años en la Universidad de Yale. Poco después, en plena Guerra Civil americana, se enroló como médico en el ejército de La Unión y al año siguiente, en 1864, participó en la famosa Batalla de Wilderness, la más sangrienta de aquella guerra.


Pintura y foto de bajas en la Batalla de Wilderness

En sólo dos días murieron más de 27 000 soldados, muchos de ellos calcinados y mutilados, a cientos de los cuales el joven Minor tuvo que atender y ver morir, hecho que lo marcaría profundamente hasta el punto de volverlo literalmente loco. Quedó tan afectado después de aquel episodio, que en 1868 tuvo que ser recluido en el manicomio de Washington, y año y medio más tarde el ejército lo declaró inútil para el servicio concediéndole una pensión vitalicia.

William Chester Minor

William Minor salió del manicomio en 1871 y para escapar de sus propios demonios decidió viajar a Inglaterra, instalándose en Lambeth, uno de los peores tugurios del Londres victoriano. A los pocos meses cometió un infame crimen que fue titular en los periódicos de la época: el asesinato de George Merritt, un obrero inglés padre de siete hijos, por el cual fue confinado de por vida en el Hospital Broadmoor, la célebre prisión para enfermos mentales peligrosos, muy cerca de Oxford.

Hospital Broadmoor, aún en funcionamiento

En su nueva celda de dos habitaciones, Minor logró adecuar una biblioteca con los libros de su propiedad, cuyo traslado procuró el consulado de Estados Unidos, a los que se sumaron las obras que familiares y amigos le hacían llegar desde Londres, Boston y Nueva York. Día tras día durante décadas, se dedicó a redactar con sumo esmero miles de fichas para el "nuevo diccionario". En palabras del profesor James Murray, coordinador general de la obra, «la contribución del doctor William Minor es tan grande que sólo con sus citas podríamos detallar fácilmente la evolución de la lengua inglesa en los últimos cuatro siglos»

El profesor Murray insistió en su empeño de conocer personalmente a su misterioso colaborador y por fin en 1891 se dio el emotivo encuentro en la celda-biblioteca del psiquiátrico, y fue el inicio de una profunda amistad que no se truncaría hasta la muerte de Sir James Murray en 1915.

La esquizofrenia del doctor W. Minor se agravó a principios del nuevo siglo. En poco tiempo se sumió en la apatía y perdió todo interés por el diccionario al que había dedicado gran parte de su vida. En 1902 se mutiló los genitales. Después de treinta y ocho años de confinamiento en Broadmoor, en 1910 el Ministro del Interior Winston Churchill autorizó su repatriación a Estados Unidos donde fue ingresado en el mismo sanatorio de Washington del que había salido en 1871. El doctor William Chester Minor murió el 26 de marzo de 1920.


En diciembre de 1927 se cerraba la última entrada del monumental diccionario, que ahora conocemos como el Oxford English Dictionary y que para esa época contenía 414 825 definiciones y 1'827 306 citas históricas y literarias en doce inmensos tomos. En la segunda edición actualizada y ampliada de 1989, todavía se puede leer un lapidario agradecimiento al Dr. Minor. Esta nueva edición consta de 20 volúmenes, 21 370 páginas y 59 millones de palabras. La tercera edición se estima que estará disponible y corregida para el año 2037. Hasta nuestros días es considerado el diccionario más erudito y completo de la lengua inglesa.

Fuentes e imágenes:
BBC, Ec.europa.eu, Fact-index, Oxford English Dictionary

12 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Gracias Carlos.
Gracias por todas estas historias que me gustan tanto.

Me encantan.

Saludos.

Lara dijo...

¿Sabes? eres como un libro llenito de información ;)
Muuuuuacks!

Cecy dijo...

Guau, no dejo de asombrarme.
Eres mi libro viviente querido Carlos.

Besitos

GABU dijo...

Y si de locos se trata...
Por èste mundo hay unos cuantos bien desparramados y free!!
jajajaajajajaj

P.D.:Es asombroso como (a veces) la misma ciencia junto a la sociedad logran separar los tantos,en este caso por conveniencia,opCvio...

BESITO (pre) FIN DE SEMANA CABALLERO ANDANTE :)

esteban lob dijo...

Una vez más me convenzo, estimado Carlos, que hubo y hay locos más cuerdos que los que presumimos de tales.

Un abrazo.

Pao dijo...

Entonces concluyamos que por la locura de uno, existe la cordura de otros... no!!

Sergio dijo...

Excelente historia como todas las que cuentas, gracias.

Un abrazo con amor

isis de la noche dijo...

IM PRE SIO NAN TE !!!!

No en vano dicen muchos que la genialidad y la locura están extrañamente relacionadas...

Besos

3rn3st0 dijo...

Pocas veces te comento Carlos, esta es una de esas. Adoro la lengua castellana como lo hicieran Cervantes, Gallegos, Bécquer, Vallejo, Borges, Neruda. Como lo hacen García Márquez, Pérez Reverte y tantos otros.

¿Existe alguien como WCM que haya hecho algo parecido por la lengua que hablamos?

Si es así, se que lo encontrarás. Por mi parte investigaré.

Saludos desde Venezuela :-)

PD: ¿Tienes cuenta en Twitter? Me gustaría promocionarte. No tengo muchos seguidores, pero ellos si :-)

Amorexia. dijo...

no hay que sorprenderse tanto, lo tenían ahi por loco, y no por tonto... jejejeje

Saludos!!!

lopillas dijo...

Enorme legado y tremenda historia. Siempre encuentras cosas realmente curiosas. Me sumo a las gracias por tu curro.
Un besote Carlos!

Unknown dijo...

Interesante tu publicación, pero el texto es demasiado largo, deberías utilizar la herramienta de leer más ...!

 
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