La tarde del jueves 28 de abril de 1988, un Boeing 737 de Aloha Airlines se disponía a cubrir la ruta entre el aeropuerto de Hawai y el aeropuerto internacional de Honolulú. Era un vuelo rutinario que la aerolínea siempre llevaba a cabo entre las islas del archipiélago.
El primer oficial al mando volteó la cabeza hacia atrás y vio con estupor que la puerta de la cabina se había desprendido por los aires y que la primera clase viajaba literalmente "como un convertible".
El piloto enseguida solicitó un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Kahului de la isla de Maui, para lo que tenía que salirse de ruta hacia la derecha y descender entre las montañas en un lugar donde siempre soplaban vientos muy fuertes, pero era lo único que se tenía a mano en ese momento crítico.
En teoría, un Boeing 737 no podría volar si le faltase un trozo del fuselaje. La estructura del avión siguió debilitándose mientras volaba, por lo que la cabina delantera se inclinó hacia abajo. La nave perdió bruscamente altura y los pasajeros del pánico comenzaron a rezar y a cantar himnos, preparándose para un inminente choque.
Eric Becklin de 48 años, astrónomo de la Universidad de Hawai, era un pasajero de aquel vuelo y recuerda:
"El avión se estaba desintegrando en el aire, los trozos de fuselaje se arrancaban con el viento. Lo que empezó como un agujero en la parte delantera siguió creciendo. Yo sabía que era sólo cuestión de tiempo para que el avión se desintegre totalmente"
En tierra, el control aéreo de la isla de Maui recibió la llamada del piloto pidiendo ayuda, pero el ruido del viento en el micrófono hacia casi imposible la comunicación, así que lograron comunicarse con tierra a base de gritos, y con señas entre los pilotos.
Por momentos la radio se apagaba a consecuencia de los daños del avión, así que sólo cuando lograban comunicarse podían recibir las instrucciones necesarias para descender con seguridad. El control de tierra los estaba instruyendo sobre lo que tenían que hacer e informaban que los cuerpos de socorro aeroportuario ya estaban a la espera en la pista donde habrían de aterrizar.
Con algunos problemas en el tren de aterrizaje, el piloto logró descender con todos los pasajeros a salvo, excepto por la azafata Clarabelle Lansing, que salió succionada por los aires cuando se abrió el primer agujero en el techo de primera clase. Un pasajero describió que al momento de escuchar como el metal se desgarraba vio que las piernas de Lansing subían hacia arriba y a la izquierda del fuselaje.
Su cuerpo nunca pudo ser recuperado.
Fuentes:
Times, Aloha.net, Wikipedia
9 comentarios:
¡Muy dramático, Carlos¡
Lo sorprendente es que nadie en esas condiciones haya muerto de un infarto.
Abrazo.
Impresionante!
Cosa de no creer.
Besitos querido Carlos.
=O sie so se leyó como una pelicula de ficción que pena lo de la azafata
<Uf! debe ser una situación de infarto.
Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuacks!
Es impresionante!!
Algo que siempre me ha llamado la atención es como en stos relatos milagrosos, las pocas muertes scedidas suelen minimizarse tanto, apuesto que para la familia de la azafata en este caso, ese accidente, donde solo perecio ella será el más triste de todos y trascendental por siempre.
Deshora.
Me parece algo verdaderamente increíble.
Que pericia la del piloto.
Saludos.
>Carlos, no me hagas ésto, que impresionante relato y las imagenes bastante gráficas.
Besos y abrazos con los pies en la tierra.
Que pena con la Azafata, aunque podria estar con vida por ahi; ojala por lo menos la busquen.
Hawai,...avión roto,...sobrevivientes,...me suena,...me suena.
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