El Papa del Palmar

Hace poco más de un año les contaba acerca del otro Papa -alternativo al del Vaticano- que vive en los Estados Unidos y que continúa en funciones para sus 500 seguidores. En ese post, un par de amigos españoles me comentaban que España también había tenido su propio Papa hasta hace poco tiempo.
Se trataba del famoso Papa Clemente, el cual sin duda tiene una historia muy particular.

Clemente Domínguez tuvo una infancia y juventud difíciles que estuvieron marcadas por frecuentes fugas de casa debido a la fuerte presión de su madre, una beata extrema que desde niño le confeccionaba ropa litúrgica para que jugase a ser sacerdote. En su juventud una epilepsia le exoneró de cumplir con el servicio militar, por lo que empezó a trabajar tempranamente en una empresa de contabilidad, la que abandonaría poco tiempo debido a malos manejos.
El 30 de septiembre de 1969, cuando Clemente tenía 23 años afirmó haber tenido una visión de la Virgen en la localidad de Palmar de Troya, cerca de Sevilla. Empezó a aparecer más tarde con supuestos estigmas en la piel y con un grupo de crédulos seguidores, pero aún no era considerado una molestia por las autoridades eclesiásticas.
Es por esta época que conoce al abogado Manuel Alonso Corral, quien le acompañaría y secundaria durante el resto de su vida.


Lo interesante de este caso es que a pesar de no ser reconocido por ninguna autoridad religiosa local, este señor llegó a tener muchos seguidores que creían que sus estigmas eran reales y que en verdad Clemente recibía mensajes de la virgen.
Aprovechó el descontento de ciertos sectores religiosos que condenaban las reformas del Concilio Vaticano II, y volvió a dar las misas en latín como se hacía antes, lo que le hizo ganar adeptos católicos ultra conservadores.
El 15 de abril de 1970 Clemente entra en un presunto trance ante 30.000 personas previamente convocadas.


El año de 1972 es clave en su singular “carrera eclesiástica” ya que recibe un generoso donativo de 16 millones de pesetas hecho por una anciana baronesa, cuyo nombre siempre se mantuvo en reserva. Con ese dinero adquiere un terreno en la localidad de El Palmar y siempre siguiendo las instrucciones de la virgen cava un pozo con la finalidad de hacer "curaciones milagrosas", el cual fue cerrado poco tiempo después por las autoridades sanitarias por insalubre.
En 1974 crea la orden de los Carmelitas de la Santa Faz más conocida como Iglesia Católica Palmariana y decide viajar por el mundo para promocionar su congregación; y en uno de sus periplos por Italia conoce al arzobispo vietnamita Martín Ngo-Din Tuc, un personaje oscuro, nada más y nada menos que hermano del Presidente de Vietnam a quien convence de que lo visite en el Palmar de Troya.
En efecto, ese arzobispo lo visita y ahí Clemente lo convence de que los ordene sacerdotes a él y a otras cuatro personas entre las que estaba obviamente su amigo del alma, el abogado. Y luego en un tiempo récord de 10 días, con ritos ajenos al Iglesia Católica y pasando sobre todo autoridad eclesiástica son ordenados "obispos" por este arzobispo vietnamita.
La Iglesia Católica los denuncia legalmente y los cinco obispos falsos son arrestados y encarcelados bajo el cargo de llevar hábitos sin autorización, y tal parece ser que esta situación les genero más fama que contratiempos. Tanto es así que en cuanto salieron en libertad, los cinco iniciaron una gira por toda España cual grupo de rock, recorriéndola en auto. En plena gira y cerca de Bilbao, el coche sufre un accidente. Sólo Clemente queda herido de gravedad, perdiendo ambos ojos en el accidente.


No tardó en aparecer públicamente para comunicar a sus seguidores que la virgen se le había aparecido nuevamente y que ha prometido restaurarle la vista en poco tiempo, hecho que jamás sucedió, claro.


En 1978 inició nuevamente una gira internacional, y al enterarse del fallecimiento de Paulo VI, confiesa a sus seguidores que el mismo Dios se le ha aparecido y que lo ha nombrado sucesor del Papa, para lo cual debía usar el nombre de Gregorio XVII.
Desde ese momento España tuvo su propio Papa, Clemente para los amigos y Gregorio por el resto.
Su logro más grande fue lograr que el Tribunal Supremo de España permita la inscripción de su iglesia en el Registro de Asociaciones Religiosas en 1988.
Con los aportes económicos de sus acólitos construyó la Iglesia del Palmar, y la diseñó cual fortín amurallado al que sólo podían acceder ciertas personas y en muy determinados momentos, vestidos eso sí con el recato que exigía su "nueva orden", las mujeres cubriéndose la cabeza con mantilla o velo, falda negra larga y los hombres con la camisa abotonada hasta el cuello.

Iglesia del Palmar de Troya

A lo largo de la historia hemos visto toda clase de personajes de cuestionada cordura que han hecho lo que les ha venido en gana, pero la mayoría de estos gozaban de poder. Aquí lo curioso es que Clemente no gozaba de tal poder, pero igual, nunca le faltaron seguidores ni acólitos. No sé si hasta cierto punto aquí tienen la culpa quienes le siguieron el juego, y digo juego porque ese hombre realmente le faltaba un tornillo, ya que en el colmo de la desfachatez llegó a excomulgar a la Familia Real española al mismo tiempo que canonizaba al General Franco, Cristóbal Colón, Adolfo Hitler, Don Pelayo y José María Escrivá de Balaguer. También eran pintorescas sus salidas a los toros en la Feria de Sevilla, a donde iba con su séquito de curas a disfrutar de la fiesta brava.


Durante la década de los 90 fue acusado de abusos sexuales a algunos sacerdotes y monjas de su congregación. En 1997 Clemente admitió tales abusos y pidió perdón por ellos. Igualmente en esa década varios de sus sacerdotes fueron atendidos en hospitales tras perforarse el glande con una argolla.
Falleció a los 58 años y su papado duró lo mismo que el de Juan Pablo II, muriendo 11 días antes que el Papa polaco.

Según sus seguidores, Clemente estaba destinado a ser el último Papa, a ser crucificado y morir en Jerusalén y regresar a la tierra con el nombre de Pedro II, pero en vista de los acontecimientos, su gran amigo de picardías, el abogado Manuel Alonso Corral lo sucedió en el papado tomando para sí el nombre de Pedro II.
Como era de esperarse, Clemente fue elevado inmediatamente a los altares por su Iglesia Católica Palmeriana, la cual lo canonizó con el nombre de “Santo Papa Gregorio XVII, el muy Grande”.

Fuentes:
El Mundo, 2, Manurhill, ABC