C'est la vie

Esta es la historia de un niño que tuvo la mala suerte de nacer en Verona, Italia, justo en la Segunda Guerra Mundial.
Su padre murió en África combatiendo, y su madre era una poetisa antinazi, profesora de La Sorbona que vendió su casa y todas sus pertenencias, porque sabía que los alemanes vendrían por ella.
El dinero de la venta de todos sus bienes, se lo entregó a una familia de campesinos tiroleses para que se hicieran cargo de su pequeño de cuatro años.
En efecto, la Gestapo llegó por ella y se la llevó al campo de concentración de Dachau en Alemania.


Al año de tener a su cargo al pequeño, aduciendo que se acabó el dinero, esta familia lo dejó en la calle.
El niño empezó a deambular solo y se unió a una pandilla de chicos mendigos que robaban para poder comer. Comía los restos que encontraba en los tachos de basura. A veces se refugiaba en los orfelinatos donde le daban sólo café y un pedazo de pan para comer por día.


Este niño se llamaba Mario Capecchi.

"Recuerdo que siempre tenía hambre. Al final me internaron en un hospital en el sur de Verona donde luché contra la fiebre tifoidea que me provocó la malnutrición, pasé desnudo en una cama durante un año".

El 6 de octubre de 1946 apareció su madre por sorpresa. Había sido liberada por los aliados, llevaba meses buscándole. Mario ya tenía 9 años.
Enseguida emigraron a EE UU donde vivía un hermano de su madre.
Capecchi comenzó entonces la escuela primaria sin saber leer, escribir ni hablar inglés. Aprendió a leer a los 13 años y desde ese momento no se detuvo.


A los 24 años obtuvo una licenciatura de Física y Química y a los 30 su doctorado de Biofísica en la Universidad de Harvard.

“¡La ciencia de la calle! Siempre he pensado que lo que aprendí entonces con aquellos ladronzuelos, me sirvió después como investigador: una cierta intuición del porvenir...”.

El año pasado Mario Capecchi, a sus 70 años obtuvo el Premio Nobel de Medicina por sus trabajos sobre células madre y manipulación genética en modelos animales.
Se convierte en una esperanza para encontrar una cura genética desde el Alzheimer hasta el cáncer.

A determinadas personas (me incluyo), la vida tiene una extraña manera de educarnos…