La chispa adecuada

El leve roce de mis dedos sobre su brazo, fue la chispa que bastó para encender la llama... no fueron necesarias muchas palabras, nos entendimos con el lenguaje de nuestras miradas.
Llevo tiempo deseando entrar en ti, me dijo. Sentí su voz en mi cuello y la tibieza de sus abrazos.
Mis manos se enredaron temblorosas en su pelo y estreché mi cabeza contra su pecho.
Las prendas fueron cayendo lentamente como pétalos sobre el piso de madera, con la misma ternura cual deshojando una margarita.
Mi piel se estrenó con sus caricias y el amor me quemó por dentro.
Luego de pertenecerle, me acurruqué en sus brazos y me susurró al oído con su voz varonil y tierna:
-Quiero amanecer contigo el resto de mi vida.