Sueños de invierno

Era unos de los días más crudo de invierno...
El frío casi cortaba le la piel, solo llevaba puesto un sweter grande y sucio que alguien le había regalado.
Las personas pasaban por su lado, apurados y enfrascados en sus propios pensamientos, sin siquiera reparar en su cuerpecito pequeño que estaba con la nariz pegada al vidrio de la gran juguetería, dibujando sueños de vapor en la vidriera.
Soñaba con ser un caballero galopando en un corcel negro y rescatar a su princesa del lago encantado. Armaba castillos en el aire, mientras un payaso y una rana jugaban a la rayuela en la estantería para hacerle sonreír. Su único consuelo era pararse cada domingo en la vereda de aquel almacén y armar historias con los juguetes y personajes que renovaban todas las semanas.
Juguetes que jamás serían suyos.
Nunca tuvo un autito para jugar... no tuvo infancia.
De pronto se sorprendió con el ding dong de las campanas, se le hacía tarde, ya había terminado la misa y tenía volver a la puerta de la Iglesia donde lo esperaba su padre para que recogiera las monedas que le daban los feligreses…