Esa vieja valija

Me reuní con el pasado en el galpón de casa, donde hacía varios años no entraba.
En una valija de cuero, vieja y curtida, encontré algunos rollos de papel formado por varias hojas manchadas del tinte amarillento que acusa el paso de los años atados con una cinta de cuero ocre. Mi curiosidad fue infinita, nunca antes lo había visto y sentí que encontraba un tesoro entre los recuerdos…
Se trataba de una especie de diario personal, donde mi abuelo materno había plasmado las vivencias de su época de futbolista y me invadió un sentimiento de amor y nostalgia hacia ese hombre que fue pilar importante en mi niñez. Es un sentimiento que no puedo explicar con palabras.


“Eran otras épocas y las personas teníamos otros valores. Recuerdo que nos juntábamos con los pibes del barrio a jugar al fútbol en el potrero del “Club Independiente”, al cual pertenecía. Jamás jugábamos por guita, solo lo hacíamos por placer, para compartir… éramos tan pobres que jugábamos por una docena de naranjas, nos bastaba con ese premio y la naranja que sobraba era para el goleador del partido. En caso de empate, se compartía la docena entre los veintidós jugadores…”
“…así me fui perfeccionando entre gambetas, taquitos y caños, pero lo mío era el arco, yo siempre iba a defender la valla y llegué a ser el arquero titular del equipo cuando comenzamos a competir profesionalmente en el año 1.935 logrando mantener el arco invicto durante catorce fechas. La primera vez que me sacaron de la cancha me fui con lágrimas y bronca conmigo mismo…me había fracturado tres dedos.”