Despegado del mundo...

Cada vez que miro mi tatuaje en el brazo me pongo a pensar si en verdad existe la justicia poética, si todo esto fue una ironía de la vida o broma del destino.
Extrañamente siempre que lo recuerdo fue así, desde que tengo uso de razón he vivido al límite de lo permitido, muy cerca del borde, de esa línea imaginaria que te permite razonar si lo que haces está bien y a veces ya fue tarde, como aquella vez que me lancé al Río Chiche en bungee jumping, y cuando pensaba si estaba bien o mal, ya estaba colgado a 90 metros del puente y a 50 de las piedras del lecho del río… Fue la primera y única vez que le tuve miedo a la muerte, miedo al impacto de mi cabeza si se soltaban las amarras…pensé en mi padre, hacía un poco mas de un año que había fallecido, lo sentí mas cerca que nunca. Pensaba en esto cuando recordé que tenía que recoger el arnés que lanzaron para asegurarlo a mi cintura y que me suban.

Siempre tenía que ocurrir algo para matizar mi día…hubo un viento que separaba de mi al arnés de enganche a unos 20 metros aproximadamente, a pesar de que éste tenía amarrado una botella de plástico llena de arena para estabilizarla como ancla, ese fuerte viento cambiaba arbitrariamente de dirección y nos cruzábamos algunas veces, pero nunca a una distancia que lo pudiera sujetar.

Luego de varios movimientos pendulares sentía chocar ese mismo viento en mi rostro y logré percibir cierto bienestar, la sensación de volar, de libertad y desprendimiento del planeta, solo me ataban a él un par de elásticos a manera de cordón umbilical. Tan absorto estuve en mis pensamientos que volví a la realidad cuando vi casi frente a mi el arnés y su botella de arena colgando. Lo agarré y me lo sujeté al gancho de la cintura, hice mi señal de O.K. con la mano y empezaron a subirme. Mientras subía apenas sentí un mareo leve, era la sangre que volvía a su sitio, ya que arriba me enteré que estuve de cabeza ocho minutos, cuando lo normal es que te agarres del arnés en menos de dos para no desmayarte. También me dijeron que ya bajaba alguien a ayudarme cuando vieron que yo me sujeté a la cintura, creyeron que me desvanecí….no, no fue así, yo disfruté estar despegado del mundo…

Cuando pisé el puente los curiosos aplaudían, la Stephy y la otra gringa corrieron a abrazarme porque ellas me retaron a saltar. Le pedí a mi amigo Raúl la botella de tequila, pero se me hacía raro pisar el suelo, flotaba…necesitaba mas adrenalina.