martes, octubre 05, 2010

El día que le robaron un buque de guerra a los Estados Unidos

Es muy difícil creer que al ejército más poderoso del mundo le roben un buque de guerra, pero esto sucedió y no fue muy conocido ni publicitado porque los ojos del mundo se encontraban sobre Vietnam, mientras que los servicios de espionaje e inteligencia peleaban su propia guerra en otros lugares del mundo.

A finales de la década de los 60, la Guerra Fría se encontraba en todo su apogeo, y mientras los soviéticos tenían naves espías cerca de la Florida y Alaska disfrazadas de barcos pesqueros, los Estados Unidos mantenían sus naves recorriendo aguas internacionales cercanas a China, Corea del Norte y la Unión Soviética.

USS Pueblo, foto de 1967, un año antes de su secuestro
El USS Pueblo era un pequeño buque de 750 t, que básicamente se dedicaba especialmente a hacer espionaje electrónico. Este espionaje lo realizaba encubierto como buque de investigación científica con una tripulación de 83 hombres, y solamente llevaba un par de ametralladoras Browning como armamento. El USS Pueblo estaba equipado eso sí, con la última tecnología en dispositivos Elint, instrumentos de alta navegación, radar y sonar, aparatos escuchas y una “oreja” gigante para localizar submarinos situados hasta 120 kilómetros de distancia.

El 11 de enero de 1968 zarpó de la base naval de Sasebo en Japón, con la misión secreta de recoger información electrónica sobre la actividad naval soviética en el estrecho de Tsushima y de interceptar comunicaciones provenientes de Corea del Norte. El 23 de enero el buque fue interceptado por una torpedera norcoreana, algo que era normal en estas actividades de espionaje electrónico. Utilizando el lenguaje marítimo de banderas, los norcoreanos pidieron al USS Pueblo que identifique su nacionalidad. Al izar la bandera norteamericana recibieron el mensaje: “Alto o abro fuego”.

El USS Pueblo respondió: “Estamos en aguas internacionales”, e hicieron caso omiso de la orden y siguieron su rumbo. Una hora después aparecieron desde el sudoeste tres naves norcoreanas que rodearon al buque americano, una se puso delante de la proa y les ordenó seguirles. Al mismo tiempo habían aparecido como por arte de magia dos aviones MiG norcoreanos, que sobrevolaban amenazadoramente.

Lo insólito del caso es que para ser una nave de espionaje electrónico, el USS Pueblo no contaba con un mecanismo de autodestrucción de pruebas y eso fue prácticamente lo que los condenó a protagonizar un grave incidente internacional.

Tan pronto como comenzó el abordaje, los americanos trataron de quemar archivos, romper documentos e intentaron destruir el valioso equipamiento electrónico de espionaje con hachas, martillos y hasta con granadas de mano. Estaban en eso cuando una granada mal lanzada le voló una pierna a un marinero e hirió a otros tres. Uno de los heridos falleció poco después. La versión oficial americana aseguraría posteriormente, que estos marineros resultaron heridos por el fuego de cañón de las naves norcoreanas ante la negativa del comandante Lloyd Bucher de detener la nave.

A las 13:45 el USS Pueblo comunicó por radio a la base de Japón que los norcoreanos estaban a bordo, y 25 minutos después informaron que se les había “solicitado que les acompañaran” al puerto de Wonsan en Corea del Norte. A las 14:32 la nave transmitió los últimos mensajes. Los motores estaban detenidos y el comandante señaló que “iba a salir del aire”.

En Japón, el Contralmirante Frank Johnson no tenía aviones navales apropiados para apoyarles por lo que pidió ayuda a la fuerza aérea, pero ésta no tenía disponibles aviones de tan largo alcance. De esta forma, el buque espía norteamericano y sus 83 tripulantes fueron capturados por Corea del Norte y se convirtieron en el primer y único barco de guerra norteamericano capturado en toda su historia.

Desde Japón se informó del incidente al Comando de la Flota del Pacífico en Hawaii, y desde ahí, la información llegó hasta Washington donde era ya pasada la medianoche debido a la diferencia horaria de 14 horas con Corea.

El Secretario de Estado norteamericano –en ese tiempo Deank Rusk-, declaró que el incidente era un “acto de guerra” y la US Navy reaccionó enviando al portaviones nuclear “Enterprise” hacia el mar de Japón. Claro, este portaviones era seguido a menos de una milla de distancia por el buque espía soviético “Gidroleg”.

Tripulación norteamericana bajo arresto
Una vez que el USS Pueblo fue abordado, sus tripulantes fueron atados, vendados y golpeados constantemente. Luego fueron bajados en un puerto ante una muchedumbre de civiles que empezó a insultarles y a arrojarles objetos. Los subieron a dos buses y lo llevaron a Pyongyang, donde fueron fotografiados por la prensa y enviados a prisión. Un grupo se quedó en la capital y otro fue enviado al campo.

Corea del Norte nunca hizo caso de las amenazas de los Estados Unidos, ya que sostenía que el buque fue interceptado en aguas territoriales haciendo espionaje, y para sustentar sus pruebas, los coreanos lograron sacar confesiones a la tripulación mediante torturas y simulacros de fusilamiento. Al comandante le hicieron firmar una confesión, bajo la amenaza de ejecutar a cada miembro de la tripulación delante suyo. Luego le hicieron leer esa misma declaración por la radio de Pyongyang. Aquí un extracto:

“No tengo excusas por mi acto criminal de que mi nave se hubiera adentrado en aguas territoriales de la República Democrática Popular de Corea, siendo capturada por las patrulleras navales del ejército coreano, en acción de autodefensa ante la criminal acción de espionaje. Mi crimen y el de mis hombres es completamente innegable.”

La lectura de esta declaración fue filmada y entregada a canales de televisión de todo el mundo.

Comandante Lloyd Bucher, firmando la declaración
Con esta declaración, los Estados Unidos temían que sus soldados habían firmado su propia sentencia de muerte, ya que lo más seguro era que en base a eso, Corea del Norte les iniciaría un juicio que seguramente los llevaría al paredón. En vista de la gravedad del asunto, el gobierno norteamericano no tuvo más remedio que empezar a negociar para que la tripulación sea liberada.

Se pudo llegar a un acuerdo después de once meses de negociaciones, el 23 de diciembre de 1968. Para esto, Estados Unidos tuvo que admitir su intrusión en aguas territoriales norcoreanas, disculparse públicamente por ello y prometer solemnemente no volver a incurrir en tales prácticas. Ese mismo día los 82 prisioneros fueron llevados al “puente de no retorno” en el Paralelo 38, en la frontera con Corea del Sur, donde fueron liberados. También entregaron el cadáver del marino Duane Hodges, que había muerto en el operativo de captura.

Liberación de los prisioneros el 23 de diciembre de 1968
Extraoficialmente se rumoreaba que los Estados Unidos habría pagado una gran indemnización a cambio de la liberación, pero esto, claro, nunca fue dado a conocer. Y aunque el gobierno norcoreano aceptó devolver a los prisioneros, jamás aceptó entregar la nave.

Soldados americanos siendo recibidos en el otro lado de la frontera
Una vez que llegaron los ex prisioneros a su país, debieron presentarse ante una corte por haber transgredido el Código de Conducta vigente desde 1955 para todos los militares en servicio, y que dice: “No haré ninguna declaración oral o escrita desleal a mi nación y sus aliados, o perjudicial para su causa”.

Luego, en enero de 1969, el Comandante Lloyd Bucher compareció ante una Corte en la Base Naval de Coronado, California. Su juicio duró cinco días y debió explicar entre otras cosas, el haber violado la regla 0730 que le obligaba a resistir el abordaje. Su defensa se basó en la falta de armamento para repeler al ataque y en el bajo presupuesto asignado a su buque, que no le permitía contar con mecanismos de autodestrucción, quemadores de documentos y armamento.

Respecto a las confesiones que firmaron, informó que las torturas eran inhumanas, que fueron tan golpeados, que la mayoría de prisioneros llegó a orinar sangre. Que fue sometido a la horrible tensión de dos simulacros de fusilamiento, y también dijo que aquella confesión ya había estado previamente redactada.

En el juicio del comandante fueron vitales los testimonios de la tripulación. El marinero James Kell dijo: “Todos fuimos golpeados, todos fuimos torturados, pero Bucher, lo fue el doble, el triple, el cuádruple que nosotros”. Stuart Russell , otro marinero declaró: “Este hombre es un gigante, el fue castigado siempre durante el cautiverio. No sé de dónde sacó fuerzas para sobrevivir a tanto castigo”.
El caso fue cerrado y el comandante Lloyd Bucher volvió al servicio activo. Luego escribiría un libro contando su dolorosa experiencia.

USS Pueblo en Corea del Norte
El USS Pueblo se encuentra actualmente varado en el Río Taedong, en Pyongyang, donde es utilizado para adoctrinar políticamente a las juventudes comunistas norcoreanas, y para mostrarlo como su principal trofeo de guerra a los muy eventuales turistas que llegan al país. Es el único navío americano que se encuentra en posesión del "enemigo".

Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6

9 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Pobre comandante.
Doblemente maltratado y humillado.

Que injusta es la vida a veces.

Saludos.

Lara dijo...

Menudo trofeo de guerra.
Muuuuuuuuuuuuuuuuuacks!

Gabiprog dijo...

Encima de torturado le meten en un juicio...

Gonzalo Villar Bordones dijo...

tu en la nave de los espías y yo en la de los locos.

GABU dijo...

Me quedè pensando en BUCHER como vìctima y hèroe a la vez...

Aunque ante tamañas torturas,me parece que todo aquel que haya sobrevivido es un coloso,o me equivoco??

P.D.:En fin... Al final de cuentas,un trofeo de guerra siempre serà un valioso trofeo de guerra...

BESITOS PARA USTED,MI CABALLERO :D

esteban lob dijo...

Hola Carlos:
Es asombroso que un buque de EEUU haya tenido tan escasa protección.

Como siempre, es una interesante historia.

Te envío un abrazo austral,amigo.

Unknown dijo...

muy buen trabajo de investigacion que con su permiso enlazo a mi blog. desde toronto, canada, afectos.

J. Font dijo...

Un saludo y enhorabuena por el artículo y el blog, que tiene muy buena pinta, con tu permiso lo enlazo al mío.

Anónimo dijo...

falta el encabezado y final:

En un lejano país...

... y colorín colorado...

Es una guerra, sucia por los dos bandos. Claro que los USA venden su versión más y mejor. Me gustaría que algún día se contase la versión del otro bando. Quizá a alguno le caería la cara de vergüenza

 
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